domingo, 9 de marzo de 2014

Todo a lo que me tenía que alejar.

Bueno hola otra vez. Este texto lo escribí hace unos meses, en un estado de abandono y tristeza total: la primera vez que sentí que de verdad me "rompieron el corazón". Es más o menos una especie de "carta" para mi querido rompecorazones. Y nada, como me gusta mucho quería compartirlo. Ahí va:

Fuiste todo a lo que me tendría que alejar. En realidad sos, pero yo ya no puedo ser testigo de ello. Porque elegiste perderme
Sos frío, seco, indiferente. No es fácil darse cuenta de tu estado de ánimo. Yo sí me daba cuenta, llegué a conocerte tanto que no me hacía falta preguntarte. Pero elegiste perderme.
"Si me amas déjame ir (...) no puedo destruir lo que no tengo", eso dice una de las tantas canciones que nos hacían acordar a lo nuestro. ¿Entonces? ¿Por qué me enamoré de vos? Porque logré sacarte sonrisas, en los peores momentos, aún siendo tan frío. Sos descarado, destructivo. Suicida.
Pero el peligro, me tienta. Me tentaste. Siempre supe que enamorarme era una estupidez. "Como lamer el cristal", dice mi libro preferido. "Sabía que era una estupidez, sabía que lastimaba". Aunque siempre supe que íbamos a terminar mal, de todos modos quise intentarlo. Aunque no fuiste capaz de valorar todo lo que hice para verte bien, estando conmigo.
Vos mismo lo dijiste, en una de las tantas canciones que me dedicaste: "todos necesitamos a alguien que sea honesto con nosotros, pero yo la dejé cuando la encontré, y ahora deseo haberme quedado". ¿Entonces? ¿Por qué te rendiste? ¿Por qué me dejaste a mitad de camino? ¿Quién tiene la culpa: vos que te rendiste o yo que me tendría que haber anticipado?
"Tengo tanto que decir, pero ahora estás muy lejos", dice nuestra canción. Estás muy lejos, y yo no puedo hacer nada. ¿Y ahora? Me cuesta creer que vos ya estás de nuevo con tu vida, como si nada hubiese pasado, y yo todavía esté asimilando el hecho de que ya no estés. Pero es así, sos así: construís para destruir, y volvés a construir. Y eso hiciste conmigo. Me dijiste que buscabas a alguien que te salvara, y que me convertí en tu "ángel" cuando yo llegué a tu vida. Y ahora estamos así. Bah, estoy. Ya no hay más "nosotros". Porque elegiste perderme, aunque yo siempre supe que eras todo, exactamente todo a lo que me tenía que alejar.


Mi lugar en el mundo.

Bueno hola, primera entrada. Tengo ganas de subir un texto que escribí hace unas semanas cuando estaba muy contenta, bueno. Cuestión es que trata un poco de lo que fue este verano para mí, porque creo que fue el mejor verano de mi vida hasta ahora. ¿Viste cuando te sentís libre y te entusiasmás por todo? Bueno, algo así. Este verano saqué toda la libertad que me quedaba pendiente muy dentro mío, como que saqué a la luz esa vida que siempre quise tener. Hice amigos nuevos, conocí muchísima gente, pasé prácticamente nada de tiempo en mi casa, me divertí, fui a recitales...justamente eso. Me enamoré perdidamente de los recitales loco, perdidamente. Bueno, paso a la entrada, capaz que alguno se siente identificado o capaz que no me lee nadie, bueno. Ahí va:

2/02/14:
Oficialmente, encontré mi lugar en el mundo. Oficialmente encontré lo que quiero hacer el resto de mi vida.
Quiero ir de recital en recital, conociendo gente que siente lo mismo que yo, cantar las letras que más me gustan y sentir las vibraciones de la música en mi piel. Hoy, (bah, de ayer a hoy) estuve en un recital acá en Laprida. Hubo bandas locales, tributos a grandes bandas como Pappo blues, Soda Stereo, Sumo y Los Redondos; y hasta vino una banda de thrash metal. Fui con unos amigos, pero una mala pasada (a unas amigas no les va ese ambiente) hizo que me quedara con uno de mis amigos. Que casualmente tiene una banda y estuvo tocando ahí (Rastone...¡les saqué fotos!) y después de tocar se vino conmigo a cantar y bailar.
No hay palabras para expresar todo lo que sentí en esas 7hs. Bueno, la adrenalina y la energía que fluía eran mágicas. Era hermoso estar ahí afuera esperando a que empiece el recital hablando de Pink Floyd y de Led Zeppelin con unos chicos que estaban ahí, aunque no los conociera. Llegó un momento que frené, miré a mi alrededor y me dije "que esto no se termine nunca", y fue en ese preciso momento donde entendí que ahí pertenezco: al pueblo de la música. Pertenezco a los recitales, al ambiente del recital. Y en ese momento, más que nunca, sentí que la música es mi vida.